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Los ejercicios espirituales fuente de la espiritualidad ignaciana
Enrique Ponce de León Garciadiego, s.j.
En este momento recuerdo el final de un gran libro de ese poeta francés Antonio de Saint Exuperie, el autor de El Principito que a lo mejor han leído todos y tiene un libro que se llama "Tierra de Hombres" donde al final dice que lo que más le duele de la humanidad no es la pobreza, no es la injusticia, no son las guerras, lo que más le duele de cada ser humano, es que dentro de cada ser humano hay un Mozart asesinado.
Se acuerdan de aquellas estatuas gigantes, bellísimas, de Miguel Angel que dejó incompletas, él las llamó los Cautivos, están en Florencia, aparece un rostro deformado, el torso, una pierna, un brazo, pero el escultor las dejó así con el último golpe del cincel, "incompletas".
Yo me atrevería a decir que dentro de cada uno de nosotros no hay un Mozart asesinado, hay un santo que no dejamos aflorar, asesinado y tenemos que resucitarlo, tenemos que despertarlo.
Este libro es todo un reto, que sólo las mujeres y los hombres muy audaces pueden llegar a vivir. Un reto que te despierta, que te sacude, que te hace enfrentarte con la verdad, como Ignacio se enfrentó con la verdad.
¿Qué hay que hacer? y diría Ignacio ahí donde haya más necesidad ¡ve! ¿cómo hay que utilizar la creación?, la creación es buena, es maravillosa, solamente ten un criterio, tanto-cuanto para decir ¿qué tengo que hacer con mi vida? ¡entregarla toda!, tomad Señor y recibid mi entendimiento y voluntad ¡todo! ¡Lo único de que estoy seguro mi Dios es de tu amor y de tu gracia!, esa siempre dámela que ésa me basta. ¿Qué tiene que ser la vida? ¿Cómo tiene que ser nuestra vida? En todo amar y servir. Y lo que duele es "en todo amar y servir". Y lo maravilloso de esto es que Ignacio lo descubrió.
En este libro que con tanto amor escribió y con tanta alegría nos lo dejó a ustedes y a mí.
Quiero terminar como empecé ¿qué es felicidad? y luego ¿qué es espiritualidad? ¿qué es? Desde luego no es todo lo contrario a la materia, no son tampoco las virtudes aristotélicas, es mucho más.
¿Qué es felicidad? Allá en el siglo XVI, donde había tantas y tan diferentes corrientes espirituales, Ignacio descubrió que la felicidad era darlo todo y quizás profundizando más en este tema la felicidad no es algo. La felicidad es alguien que está aquí, resucitado, se llama Jesús e Ignacio encontró a Jesús o más bien Jesús encontró a Ignacio, esa es la espiritualidad que nos dejó y repito en nombre de los jesuitas a todas las mujeres y los hombres que buscan, a todas las mujeres y los hombres que anhelan la verdad y la felicidad en su vida, ese es el mensaje que Ignacio quiso trasmitir, "en todo amar y servir" .
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